90 millas hasta el paraíso

90 millas hasta el paraíso
О книге

El libro “90 millas hasta el paraíso” será de interés para un amplio círculo de lectores que son aficionados al género del detective político y del thriller histórico. El argumento se basa en acontecimientos reales y narra acerca del más escandaloso en América Latina“kidnapping” del año 2000, el secuestro del niño cubano Elián González. El proceso judicial ligado a este asunto se convirtió en un show político sin precedente con la participación de los más altos líderes de estados, agencias de inteligencia y clanes de gánsteres. A opinión del autor, el Comandante Fidel Castro tenía en este caso y sus motivos personales para el retorno del niño a la Patria. Pero los principales protagonistas de la novela son individuos habituales, que no admitieron ni las amenazas, ni el chantaje, ni el soborno y lucharon por Elián hasta el fin en esta historia increíble.

Книга издана в 2020 году.

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¡El secuestro que conmovió al mundo!


En los momentos transcendentales de la historia de un pueblola actitud de una persona puede compensar la ignominia, con la que han cubierto a este pueblo todos sus traidores tomados en conjunto

                                                Fidel Castro


Se lo dedico a mi mamá, a mi hijo Máximo, y a todos los padres.


El tema está basado en sucesos reales, en la cronología histórica y fuentes fidedignas. Lo imaginario solamente figura para darle una mayor veracidad a la narración.



Realmente, esta isla es el lugar más hermoso de los que haya podido ver el hombre.

Cristóbal Colón


* * *

2 de diciembre de 1999.

La Habana, Cuba. Palacio de la Revolución, Residencia del Presidente del Consejo de Estado de la República de Cuba Fidel Castro Ruz


Ellos no se han olvidado de qué fecha es hoy. Este día, hace 43 años, él junto con ochenta y dos rebeldes, entre los cuales figuraba el Che, contraído por el asma y fatigado por el mareo, desembarcaron del yate “Granma”, para vencer o morir…

La mesa fue servida en la sala de descanso, adyacente al despacho.

Había bogavantes, langostas, langostinos tigres en una salsa agridulce, un delicioso pescado panga, frito en crema a la plancha. A la par con todo eso a Fidel le sirvieron su vino español preferido, con 50 años de solera, así como una botella de champaña “Dom Pérignon”. Toda esta abundancia provocadora podría desorientar y desanimar a cualquiera, pero de ninguna manera al líder. El Comandante estaba a la espera de una reunión importante. El hermano Raúl trajo a la capital a Juan Miguel González Quintana, oriundo de la provincia de Cárdenas. Era un empleado ordinario, cajero en uno de los hoteles de Varadero. Por él, mejor dicho, por el hijo de 6 años de edad, se desencadenó un escándalo internacional.

Un día antes, los compañeros de lucha desaconsejaban seguir en el motivo de la juez americana, con un típico apellido latinoamericano Rodríguez, e intentaban convencerle de que no se debía permitir al cándido Juan Miguel presentarse ante el juzgado en los EE.UU. Raúl aseguraba que a este jovencito en América le estaba esperando un refinado tratamiento psicológico y un soborno directo.

– No podrá resistir – así lo declaró el hermano un día antes, y, a pesar de todo, en el fondo del alma quisiera que hubiera un milagro. Él personalmente se dirigió a Cárdenas, para traer a La Habana al padre inconsolable.

– ¿Qué te parece, no fallará? – por debajo de las espesas pestañas negras miraban a Raúl aquellas mismas pupilas fogosas, que podían hacer quemar a cualquiera en los agudos instantes del asalto al cuartel Moncada, pero cuyas llamas se han empañado desde los días de la victoria de la Revolución. No por la desilusión de los ideales, sino de la traición humana.

– Ya no estoy seguro– pronunció pensativamente Raúl. – Es demasiado joven y demasiado categórico en sus reflexiones.

– Nosotros también éramos jóvenes, éramos maximalistas.

– Pero nosotros luchábamos en nuestra tierra, mientras que él deberá enfrentarse con el enemigo, cabe decir, en la misma guarida de ellos, en Miami, donde han arraigado estos canallas, “gusanos”.

– ¡A la voluntad de Dios!

Los ojos de Raúl se entornaron involuntariamente. ¡Quién hubiera podido pensar que a fines de los años noventa el ateísmo de Fidel empezara a retroceder bajo el empuje de las dudas que surgieron en su alma impetuosa! No retornará a sus manantiales de adolescente… En su infancia se consideraba ser uno de los más aplicados novicios en el colegio de jesuitas. Transcurridos unos años debido a los dogmáticos retrógrados y a los pedantes atrasados del ambiente de los superiores, de manera impredecible se hizo ateo. La muy creyente madre católica nada pudo hacer con la pérdida de la fe del hijo. La mente curiosa de este exigía pruebas, mientras que Lina Ruz – hija de una bruja autodidacta – no disponía de una formación sólida. Cabe decir, a Stalin los estudios en el seminario espiritual no le impidieron gobernar a los ateístas. Esto es un hecho. A lo largo de toda la vida él citaba el Evangelio, y en lo que se refiere a la Iglesia Ortodoxa, destruida por Lenin, esta aumentó la cantidad de parroquias precisamente durante el culto a la personalidad de Stalin.

¿De qué manera amenaza a la Cuba socialista tal regeneración? ¿En qué se volcó el permiso de Fidel de admitir a los creyentes al Partido Comunista? ¡No olvidemos el coqueteo con el Pontífice y la Congregación de la Santa Sede! El sacerdote brasileño Fray Betto hasta publicó un libro sobre este quisquilloso tema entre los marxistas. La obra “Fidel y la religión” simultáneamente sumió en un shock al Vaticano, y a la élite ateísta del partido.

¡Eso no vale! ¡Confiar en la Providencia es el máximo grado de descuido! Solo Fidel sería capaz de actuar así.

Nadie en Cuba dudaba que el absoluto “recordman” mundial en sobrevivir a atentados, y hubo más de setecientos treinta, que el “embrujado” Fidel moriría por su propia muerte. ¿Pero qué ocurrirá con ellos? Los que han servido al Comandante en cuerpo y en alma.



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